miércoles, 5 de octubre de 2016

jueves, 28 de julio de 2016

SOY UN MESIAS SOLO ME QUEDAN DIAS.


Sin una buena medicina pública como la nuestra, yo no estaría vivo aquí...
 Porque, con mi sueldo, yo no hubiera podido pagarme el enorme coste de mi tratamiento contra el cáncer –un tumor neuroendocrino de mal pronóstico.
Sin valores no hubiera llegado a nada. Y tampoco son míos. Los heredé de mi padre, que, con otros entusiastas pioneros, creyó en la sanidad pública antes de que existiera y ejerció una medicina social y solidaria en cualquier barriada .Y esos valores que heredé de mi padre son también los que quiero transmitir a mi hijo. No he dedicado mi vida a acumular un gran patrimonio, pero intento dejar a mi hijo una buena sanidad pública.
No es sólo cuestión de valores, sino de eficiencia. La sanidad hoy o es pública –la privada tiene su papel complementario– o no es. Sólo la pública cuenta con la inversión en tecnología, la planificación y la masa crítica necesarias para la mejor medicina.
"No hay nadie tan enfermo que no pueda vivir un día más ni tan sano que no pueda morir hoy mismo" .Soy consciente: he tenido dos visiones: la vertical como persona y la horizontal como paciente. En la vertical, ves la enfermedad; en la horizontal, la vives.
A dar importancia a lo importante y quitársela a lo demás. Muchos viven pensando que a ellos no les tocará nunca, que enfermar y morir es algo remoto y ajeno.
Un día te descubren un tumor y cada instante adquiere sentido: tu tiempo tiene un límite. Y esa certeza de la incertidumbre es maestra en hacerte distinguir lo esencial.
La inversión más egoísta de muchos que se devanan los sesos intentando escatimar impuestos sería dárselos a la sanidad pública, porque así alargarían su esperanza de vida: defender la sanidad pública es defender la vida de los ricos y los pobres.
Pagando impuestos todos tenemos mejor medicina. La privada es necesaria: es complementaria, pero si tienes algo grave, es mejor un hospital público: ¿Creeis que el rey de España podía elegir hospital?
Se trató en uno público, el Clínic de Barcelona, porque era el mejor para la dolencia que temían. ¿No es maravilloso que los mismos excelentes equipos traten también al ciudadano más humilde?
Enfermedades de éxito: los pacientes que antes morían sin remedio hoy viven y se convierten en crónicos –más costosos–, y así alargamos en décadas nuestras vidas y achaques
.Redimensionar, racionalizar. En años prósperos cada municipio pedía su aeropuerto, polideportivo, autovía y gran hospital. Muchos ganaron elecciones por lograr un gran hospital muy tecnificado. Además, a los médicos les gusta tener la última tecnología.
Pero, paradójicamente, la mejora de las carreteras convertía en redundantes los nuevos hospitales, porque los centros de referencia que estaban a tres horas hoy están a dos. Y no podemos financiarlos todos.
Reconvertir sus camas y dedicarlas a los crónicos, al tiempo que se reserva la última tecnología para los centros de referencia.En si el recorte de hoy significa más coste mañana, porque la demora afecta al diagnóstico: un diabético mal atendido hoy significa un carísimo trasplante de riñón mañana. Un mal ahorro en urgencias puede suponer gastar el doble después en un paciente.
También son redundantes el Senado, las diputaciones, los consejos comarcales...
Hemos sido negligentes al dejar que la partidocracia tomara nuestras decisiones. Si queremos calidad en la Administración, debemos participar en ella día a día como usuarios: superemos el Estado de bienestar en el que los políticos toman las decisiones e impliquémonos en la sociedad del bienestar, que todos congestionamos

.
Nada mas solo que me queda poco.

Domingo M.C.

jueves, 14 de julio de 2016