Sin una buena medicina pública como la nuestra, yo no estaría vivo
aquí...
Porque, con mi sueldo, yo no hubiera podido
pagarme el enorme coste de mi tratamiento contra el cáncer –un tumor neuroendocrino
de mal pronóstico.
Sin valores no hubiera llegado a nada. Y tampoco son míos. Los
heredé de mi padre, que, con otros entusiastas pioneros, creyó en la sanidad
pública antes de que existiera y ejerció una medicina social y solidaria en cualquier
barriada .Y esos valores que heredé de mi padre son también los que quiero
transmitir a mi hijo. No he dedicado mi vida a acumular un gran patrimonio,
pero intento dejar a mi hijo una buena sanidad pública.
No es sólo cuestión de valores, sino de eficiencia. La sanidad hoy
o es pública –la privada tiene su papel complementario– o no es. Sólo la
pública cuenta con la inversión en tecnología, la planificación y la masa
crítica necesarias para la mejor medicina.
"No hay
nadie tan enfermo que no pueda vivir un día más ni tan sano que no pueda morir
hoy mismo" .Soy consciente: he tenido dos visiones: la vertical como persona
y la horizontal como paciente. En la vertical, ves la enfermedad; en la
horizontal, la vives.
A dar importancia a lo importante y quitársela a lo demás. Muchos
viven pensando que a ellos no les tocará nunca, que enfermar y morir es algo
remoto y ajeno.
Un día te descubren un tumor y cada instante adquiere sentido: tu
tiempo tiene un límite. Y esa certeza de la incertidumbre es maestra en hacerte
distinguir lo esencial.
La inversión más
egoísta de muchos que se devanan los sesos intentando escatimar impuestos sería
dárselos a la sanidad pública, porque así alargarían su esperanza de vida:
defender la sanidad pública es defender la vida de los ricos y los pobres.
Pagando impuestos
todos tenemos mejor medicina. La privada es necesaria: es complementaria, pero
si tienes algo grave, es mejor un hospital público: ¿Creeis que el rey de España
podía elegir hospital?
Se trató en uno
público, el Clínic de Barcelona, porque era el mejor para la dolencia que
temían. ¿No es maravilloso que los mismos excelentes equipos traten también al
ciudadano más humilde?
Enfermedades de
éxito: los pacientes que antes morían sin remedio hoy viven y se convierten en
crónicos –más costosos–, y así alargamos en décadas nuestras vidas y achaques
.Redimensionar, racionalizar. En años prósperos cada municipio
pedía su aeropuerto, polideportivo, autovía y gran hospital. Muchos ganaron
elecciones por lograr un gran hospital muy tecnificado. Además, a los médicos
les gusta tener la última tecnología.
Pero, paradójicamente, la mejora de las carreteras convertía en
redundantes los nuevos hospitales, porque los centros de referencia que estaban
a tres horas hoy están a dos. Y no podemos financiarlos todos.
Reconvertir sus
camas y dedicarlas a los crónicos, al tiempo que se reserva la última
tecnología para los centros de referencia.En si el recorte de hoy significa más
coste mañana, porque la demora afecta al diagnóstico: un diabético mal atendido
hoy significa un carísimo trasplante de riñón mañana. Un mal ahorro en
urgencias puede suponer gastar el doble después en un paciente.
También son redundantes el Senado, las diputaciones, los consejos
comarcales...
Hemos sido
negligentes al dejar que la partidocracia tomara nuestras decisiones. Si
queremos calidad en la Administración, debemos participar en ella día a día
como usuarios: superemos el Estado de bienestar en el que los políticos toman
las decisiones e impliquémonos en la sociedad del bienestar, que todos congestionamos
Nada mas solo que me queda poco.
Domingo M.C.