Quiero
dormir contigo sin la urgencia del deseo, velar tu sueño y decirte lo mucho que
te quiero sin que me oigas, acariciarte
entera sin ni siquiera rozarte, llevarte a los paraísos de mi imaginación en
donde habitas sin saberlo. Saborear la suavidad de tu ternura y besar esas
manos cansadas de tanto darme vida.
Quiero mirar ese cuerpo, casi de terciopelo, que tantas veces goze
y que otras veces arropaba mis ásperos humores y mis días de tristeza.
Quiero acunarme en ti, en tus cálidos y solidarios brazos, que
nunca niegan su caridad a éste herido, tan comprensivos, que a veces hacen daño.
Me detendré en ti un momento, aunque quisiera que el aire fuera
eterno, quiero tener tiempo de verdad para mirar sin verte y verte sin mirarte.
Quiero ver tu rostro cuando no lo diriges, oler el perfume que
envuelve tu abandono...
¡Cómo es posible que no me hables ni digas nada, cuando mi
profesión es ya casi quererte y amarte!
Quiero aplaudir tus desvelos, sin que notes lo mucho que te quiero
¿Qué sería de mí si no lo supieras?
Quiero, por fin, amanecer contigo, tranquilo y confiado.
Y decir que éste también soy yo…
Y así también te quiero.
Domingo Martin C.
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