Pienso... Me hago mil
preguntas, deseo gritar y que mi grito traspase las montañas, entre por tu
ventana y se cuele en tus oídos... No escuchas mis ruegos por más que grito y
grito. No te interesa cualquier situación que yo pueda estar pasando.
Nada importa ya.
Ni siquiera despedir. Ni una
última mirada que de pronto pueda revivir tu corazón que para mí ya está
muerto. Y el mío, mi corazón... Ese romántico e invadido de pequeños detalles
que hacen grande mi vida... Ese mi corazón y es que muere en vida por que no te
deja de amar y de esperar... Que seguro aún en la tumba fría y solitaria,
seguirá emitiendo sus latidos y haciendo señas, tratando de ocupar un espacio
en tu vida y coqueteos a tus manos para que regresen y estén aquí entre la
mías.
Afuera la soledad me espera,
adentro mi llanto. El que te dice adiós en silencio, con el eco de la carta que
escribo cada día y con la soledad junto a mí, como siempre seguirá y jamás
dejará de estar.
Estoy destrozado... tu puesto
continúa vacío... Aquí te veo... en el silencio de tu ausencia y en la
presencia que me ha dejado tu olvido... Y en tus sueños, esos que no cuentas en
tu voz, pero que delatas en tus ojos, aquellos tan amados...
Y no importa el vacío y el
desgarro en mi adentro... Con todo el dolor de nuestro pasado y la soledad de
éste futuro... ¡Te sigo amando...! ¡Nada importa...!
Domingo Martin C.
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