“Sin ti no sería nada, gracias por existir” Nunca arruines el presente, por recordar un pasado que ya no tiene futuro
domingo, 22 de enero de 2012
Soy feo.
Voy a contarles mi historia. No es una historia de amor ni tiene un final feliz, pero es la única que tengo por haber nacido así: FEO, muy
FEO. Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre "Hicimos lo que pudimos...pero salió".
Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
Como era prematuro me metieron en una incubadora... con vidrios polarizados.
Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que solo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda. Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo.
De chico iba por los cuarteles para que me gritaran: ¡alto!, ¡alto!.
Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban:
Señora, a su hijo ¿lo parió o lo tejió?.
Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya venía en la cartera cuando la compró.
Pronto me di cuenta que mis padres me odiaban, pues mis juguetes para la bañera eran un radio y un tostador eléctrico.
Una vez me perdí. Le pregunte al policía si creía que íbamos a encontrar a mis padres. Me contesto: No lo sé; hay un montón de
lugares donde se pudieron haber escondido.
Mis padrestenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
Si amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un auto y quedé mejor.
Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres para pedir recompensa. Mi padre les contestó que quería mas pruebas.
Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy pobres. Pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró trabajo, y lo devolvió.
Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo.
Un día llamó una chica a mi casa diciéndome: "Ven a mi casa que no hay nadie". Cuando llegué no había nadie.
A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó a casa desde un motel.
El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. "De acuerdo; además de loco es
usted muy feo", me dijo.
Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de un edificio de 50 pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de
aliento. Sus palabras fueron: "En sus marcas, listos..."
El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica...
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