Dios es
nuestro amparo
y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones.
Señor,
en esta fecha en que volvemos
a recordar la partida de nuestro ser querido, vuelven las lágrimas a caer como
perlas al vacío. Pero nuestro amor es tan grande hacia ti que no cuestionamos
nada: está contigo. Tú la cuidaras como la cuidaríamos aquí en la tierra. Y sé
que no deseas que sigamos llorando su ausencia.
Entra en nuestros corazones y
danos la paz que sólo tu amor nos proporciona.
Mientras en nuestros
corazones seguirá ella viviendo, sólo su cuerpo se habrá marchado. Porque su
esencia la guardamos aquí, en un rinconcito de nuestro ser, y eso nunca morirá.
Gracias Señor por darnos paz en tiempos difíciles.
Domingo M C
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