Aquí estoy Laura , deseando verte y
abrazarte, detener el tiempo afuera y contemplarte, pero sé que ahora, hoy, es
una imposibilidad, separan nuestras manos los días que faltan hasta ese momento
que por siempre llevaremos en el alma: Nuestro encuentro.
Debo refugiarme en las
palabras y te escribo... No quiero verme así lo sabes, deshojando estas horas
que convierten mi tiempo en siglos de añoranza, y no lo niego amor, mis besos
desean la dulzura de tus besos, la ternura de tus labios cuando llega el momento
y volamos juntos por el cielo inmenso de lo soñado y lo querido; despertando
cada frase dormida que diría cuanto significa estar así, como si el entero
universo comprendiera que hay mucho más en esta vida que la cotidiana rutina de
trabajar y luchar por aquello que nos permite vivir otro minuto más en este
mundo.
No importa la distancia,
callaré mi silencio, lo llenaré con tu nombre y los versos que escribí y
escribiré porque te amo. Abriré las persianas y hasta la luna misma se enterará
que desde el instante aquel que te escuché, cuando vi tu rostro lindo vestido
de sonrisa y esperanza; desde ese día sellaste tu nombre en este corazón que te
sueña... si supieras que me pide que deje atrás todo y tome cuanto antes el
camino que más pronto pueda llevarme a ti.
Amor, por muy lejano que
parezca el momento llegará, todo será entonces así como quisimos, después de
todo será, y me perderé entonces en la luz de tu mirada, allí donde se mece tu
sonrisa.
Sabes, hay tantas cosas que
al escribirte pasan por mi mente. ¿Qué sería de este mundo si no existiera el
amor? ¿Te imaginas? No sólo sería un lugar tedioso y sin verdadero motivo para
habitar, sería un sitio sin belleza o poesía, sin razones para una hermosa
canción o un atardecer que se aleja vestido con los hermosos colores del ocaso.
Sería algo así, como despertar sin el trino de las aves que acompañan las
primeras horas del alba, o andar por la arena sin escuchar el sonido suave y
arrullador de las olas que llegan y vuelven a perderse mar adentro, dando paso
a las siguientes que quieren de algún modo besar y acariciar la orilla.
No amor, no quisiera estar
aquí, ¿para qué si ni siquiera hubieran sentimientos de felicidad o tristeza?
¿No es acaso el amor que vive en nosotros y sentimos quien causa dichas
emociones? De qué valdría existir si no importara el roce de la piel o los
abrazos, ni siquiera la risa juguetona de los niños o la felicidad que se
siente cuando después de años encontramos de repente a un amigo de la infancia.
Vivir y amar va de la mano,
como amarte a ti es y ha sido la razón de mi alma para hallarse presente, como
ahora en esta carta.
Domingo M.C.
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