Yo estoy aquí, implorándole a
la luna que esta noche pose suavemente sus rayos, una a una, en cada poro de tu
piel...
Aquí estoy, escribiéndote
estas letras que llegarán a ti envueltas en suspiros... suspiros que ahogan mi
pecho y se tornan en llanto porque no estás aquí, porque te fuiste sin decirnos
adiós cara a cara.
Me siento deshacer por
dentro, y mi alma... ¡mi alma está hecha pedazos! Mis labios están temblorosos
por el continuo suspirar y mis ojos se cierran por haber derramado tantas
lágrimas de tristeza...
Pero no, amor... no quiero
que esta sea una carta de dolor... sólo quería que supieras lo mucho que lo
siento.
Quería que supieras que mi
corazón no puede soportar el dolor de pensar que no regresarás conmigo nunca
más... Lo siento, mi amor, perdóname. Sé también que fue un mal momento para
los dos, pero no me hagas sufrir de esta manera, porque no puedo acostarme y
cerrar los ojos y dormir. No amor... no puedo, porque me acostumbre a tus
besos, que cada noche me hacian sentir paz en el fondo de mi ser...
Eras como un calmante a mi
cuerpo, a mis sentidos, a mi ser... y hoy que no estamos juntos. Hoy, que no
tuve el beso de despedida, mi corazón se quebró... y cual cascada sobre mis
mejillas, las lágrimas mojaron mi piel... Sé que sólo fue un mal momento...
pero dime, ¿qué hago con esta tristeza y esta angustia? Lo siento, perdón. ¿de
saber que estás ahí igual que yo en la soledad rumiando el desconsuelo? Desde
aquí amor mío, te envío con el viento mil suspiros impregnados de llanto, de
besos, de amor...
Te amo, te adoro... eres mi
más grande tesoro y cada día le doy gracias a mi Dios por haberte conocido, por
la dicha de este amor que nació de la manera más hermosa. Y no es justo, amor,
que los malos momentos destruyan esto que nos ha costado tanto trabajo
construir y mantener.
Te amo...
y lo siento mucho,
perdóname,
¿sí?
Domingo M.C.
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