Voy a hablar de los milagros, de esos expedientes X de la
vida que pueden ocurrir en todos los sitios, incluso en tu casa; sí, en tu
casa. Mira, vamos a ver; estás trabajando con el ordenata, haciendo anotaciones
a lápiz en un papel. En un momento dado te levantas para ir, por ejemplo, a la
cocina, y cuando regresas… vas a hacer un apunte y…. ¡¡¡ milagro !!!:
¿Dónde está el lápiz que lo tenías entre los dedos hace tan
solo unos segundos?. Y por la mente se te pasa ¿Pero dónde cojones está el puto
lápiz?, ¡¡¡¡¡ pero si lo tenía aquí hace
nada !!!!!, ¡¡¡¡ aquí mismo !!!!!, ¡¡¡¡ aquííííííi… !!!!! Y entonces comienza
una historia alucinante, pero más que alucinante. Como si en vez de buscar un
lápiz estuvieras tratando de desentrañar
el móvil un crimen, no solamente te levantas de la silla, sino que
empiezas con un soliloquio interminable en cámara lenta en fase
autoconvencimiento: «Fui a la cocina, cogí un vaso, después abrí el grifo,
luego saqué una jarra… ».
Y mientras lo vas diciendo en voz baja para ti mismo, vas
caminando hacia la cocina, despacito, mirando a un sitio y a otro, escudriñando
cada centímetro, cada milímetro… que más
que buscar un lápiz joé parece que buscas un cadáver. ¿Y realmente tú crees que
miras? Joé que si miras. Excepto en la disquetera del ordenador, porque sabes
que ahí no entra el lapicero… miras en todos lo sitios. En la nevera, en el
congelador, en el microondas, en el friegaplatos, debajo de una silla, del
sofá…. Te entra una comedura de coco, pero una comedura…
Y además vas hablando solo; sí, vas hablando. Es acojonante.
Tú que estás harto de oír a gente, que lo único que quieres es estar tranquilo…
hablas y hablas sin parar. Y no solo hablas, sino que hasta te contestas: «No,
en la nevera no está porque no la abrí; en el micro… no en el micro no». Y
aunque estás convencido que en el micro no… ¡¡¡ abres el micro !!!, sí, lo
abres. ¿Pero para qué lo abres sin sabes que no está?. Pues lo abres. Y según
lo abres te dices: «ya sabía yo que no»; pero no contento, lo vuelves a abrir,
y lo abres una vez más y otra y otra. Y entonces, no me digas porqué, te paras
como un imbécil viendo el micro, descubriendo que hay un dibujito que es como
una nubecita, el de descongelar; y otro que es así, como, como unos rayos, el de
máxima potencia. Y luego uno en el que
se ve un pescado, sí, el calentar el pescado; y otro con carne, sí, la carne y
otro que es la polla, digo el pollo. Y así… pues así te puedes pasar una tarde,
dos, tres, cuatro o incluso hacerte experto en electrodomésticos
Y mientras buscas y no encuentras, entonces, como los
sabuesos detectives, dices la frase clave: «¿Habré pasado algo por alto?». El
cerebro es lo que pasaron por alto cuando te parieron, hombre, y nuevamente,
como un auténtico capullo, empiezas a hacer el mismo, pero el mismísimo
recorrido.
Desde la mesa en la que estabas trabajando hasta la cocina,
examinándolo todo palmo a palmo y nuevamente al frigo, al friegaplatos, al
micro. Y así a lo tonto llevas ya más de
una hora, más de una hora rebuscando y rebuscando mientras te dices: «Pues dejo el lápiz y cojo
un bolígrafo, que tengo de sobra».
Pues no. Vas a coger un boli… Mira que es fácil coger un boli, que tienes
miles en la casa y seguir currando… pues no. Tiene que ser ese y solamente ese
lápiz, el de la puta goma en el otro extremo y que por fuera es de color verde.
Y ya pueden traerte mil lápices, 200.000 o toda una fábrica
de lápices… que no, que tiene que ser ese, el verde, el de la puta gomita. Por
cojones tiene que ser ese y no otro
Y así estas hasta que sucede otro misterio. Sí, otro
misterio, y en tu casa, justo en tu puta casa. Ya de noche, estas tirado en el sofá, llaman a
la puerta, abres… y entonces entra un amigo. ¡¡¡ Que hay chavalote !!!, ¡¡¡
joé, ¿cómo estás? ¡¡¡¡ Que guay la tele de plasma !!!. Como mola pero como mola
tu nueva casa. ¿Y el ordenata?, es un… ¿qué hace este lápiz verde encima de la
pantalla?. ¡¡¡¡¡ Noooooooooooooooooooo !!!!!.
DESEANDO VERTE,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Domingo Martin C. 23-06-13
Se va despejando,,claros,
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