Mi vida era la historia de
una tierra gris, donde habitaba un árbol sin frutos, plantas sin flores y
animales despiadados que cortaban el aire con sus afiladas garras.
Mi vida existía en un mundo
sin sueños, sin esperanzas ni anhelos. Mi vida era plana y vacía, fría y
amarga.
Pero un día un rayo de sol
iluminó mi cielo abriéndose paso entre espesas y negras nubes para enseñarme
que más allá de lo que mis ojos podían ver había un paraíso lleno de cosas
bellas que podía oler, mirar y sobre todo sentir.
Ese rayo eres tú que llegaste
para devolverme la risa, la alegría y el entusiasmo que necesito para continuar
en la lucha del día a día.
Tu presencia hace que mi imaginación
eche a volar, el tiempo no pase y mi corazón quiera salirse del pecho para
estar un poco más cerca del tuyo.
Tú eres lo mejor que me ha
pasado. Devolviste el color a mi tierra gris y el aroma de las rosas a mi aire.
Toma mi alma y abrázala fuerte,
y no me dejes ir, nunca té apartes de mí, pues sin el calor de tu sonrisa, ya
no podría vivir.
Te amo LAURA.
Domingo Martin C.
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