“Nunca me cansaré de
esperarte, estoy a tus pies y sería capaz de dar la vida por ti en cualquier
momento que me lo pidas, y es que estoy muriendo desesperadamente de amor.
Cuando tú me miras soy
feliz, y tus rechazos hieren mi corazón tal y como lo haría un cuchillo
punzante acariciando mi piel.
Los días sin verte son
una cruel tortura para mi alma y mis ojos, no podré resistir un día más en esta
oscuridad a la que me condenas con tu ausencia… no se cuánto… no será mucho…
Tú eres mi único ángel,
mi vida y mi cielo azul, mi mar y mi desierto… eres… todo lo que pude soñar en
mis fantasías más hermosas y enloquecedoras…
Pienso en ti al
invadirme la alegría, pienso en ti en mis momentos de desdicha, pienso en ti a
toda hora y circunstancia, pienso en ti y sonrío… pero no sonrío por estar
pensando en ti… sonrío porque he tenido la dicha de haber sido testigo de tu
sonrisa dirigirse a mí… y jamás podré sentirme más feliz en la vida que cuando
eso hubo ocurrido hace unos días .
Si pudiera pedir un
deseo… no sería que me correspondieras… sería la eternidad a tu lado… porque te
amo y el único sentimiento que pueda llegar a ser más fuerte que el amor que
siento hacia ti sería el deseo de besar tus jugosos labios hasta saciar mi
ferviente deseo de probar la miel prohibida del paraíso.
No me respondas hoy, no lo hagas mañana… hazlo cuando
en tun interior las mariposas estén a punto de despertar y te des cuenta que tu
lugar está a mi lado ahora y para siempre. ¡Te Amo!”
Domingo M.C.
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