Ya sé que en este momento no
sientes deseos de leer nada de lo que yo pueda haber escrito, así como me
demostraste que no quieres escuchar nada que tenga por decir. Pero antes de
romper esta carta en mil pedazos, por favor dame la posibilidad de pedirte perdón.
Si bien me equivoqué y lo
lamento, porque siento que te fallé, que traicioné la confianza que habías
puesto en mí, sé que puedo reparar el mal que he hecho. Nunca es tarde para
volver a empezar. Acepto mi responsabilidad y te prometo que no volveré a lastimarte
de esta manera.
Por otra parte, es evidente
que entre los dos hay diferencias, pero eso está bien, porque cada uno es único
e irrepetible y no podemos pensar siempre de la misma manera. Para el futuro,
me parece que lo mejor sería conversar acerca de estos temas, pero estando los
dos tranquilos y recordando lo más importante: lo mucho que nos queremos.
Espero que encuentres en tu
corazón ganas de volver a estar conmigo.
Tuyo siempre, cueste lo que
cueste,
Domingo M.C.

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