No podía seguir callado. Lo
siento pero no, ya no.
Llevo días, semanas y creo
que ya llegan los meses mordiéndome la lengua y no puedo más. No es sano seguir
fingiendo ser alguien que no soy por algo, por alguien.
Me he cansado de claudicar
con cosas que no debería porque yo, lamentablemente quizás, no soy así pero
que, tal vez esperando algo que ahora sé que nunca llegará, me hacía pensar que
eso era lo correcto, lo sensato, lo que debería hacer o lo que se esperaba de
mí.
Se ha agotado mi paciencia.
No voy a justificar nada que
vaya en contra de quién soy, de cómo soy por ser uno más bajo un palo que ha
dejado de darme sombra y, a diferencia de lo que yo mismo pensaba, no me siento
mal por ello, todo lo contrario: Siento como que he soltado un lastre que me
impedía ver la realidad y ahora creo que he dado el paso definitivo hacía una
vida que, por lo visto, no nos ha llegado a todos por igual.
No te culpo, el error no es
tuyo es solo mío, quizás es culpa de los dos: tuya por jugar con marionetas,
por creer que has madurado cuando sigues buscando tu sitio,
"creciendo" y mío por creer que podrías convencerme para siempre y
que eras tan adulto como pregonabas.
Aunque tampoco vale la pena
perder el tiempo en buscar culpables, razones o motivos...aunque realmente un
poco de todo haya sido lo que nos haya dejado en este punto, en este momento en
el que tú necesitas "explorar otras cosas" y yo me he dado cuenta que
tengo otras cosas que llenan mi vida y que son palpables, que las puedo sentir,
vivir, amar...Es posible que la diferencia sea únicamente esa: los dos buscamos
lo mismo, la felicidad, pero en planos distintos posiblemente por eso no podía
seguir callando y fingiendo por miedo a otras personas que, como tú, no saben
nada de lo que realmente hay dentro de mí.
Mi felicidad, si es que esa
sería la palabra, es algo más cercano y humano.
Mi felicidad es tener a
personas que me quieren y a las que quiero, pasear bajo la lluvia y esperar a
que pase la tormenta, luchar como yo luche.
Mi felicidad es ver feliz a
mis amigas, alegrarme con sus alegrías y llorar con ellas sus tristezas, estar
juntas en lo bueno y en lo malo, compartir sueños, metas y vivencias, crecer
juntos.
Mi felicidad es ver la
sonrisa de un niño/a, redescubrir el mundo con ellos/as, invitarles a soñar con
príncipes, imaginar reinos lejanos y matar dragones. Ayudarles a crecer, a ser
felices y a sonreír, secar sus lágrimas, a descubrir el mundo real sin que
pierdan la fantasía, la imaginación y la creatividad pero, sobre todo, mi
felicidad es la suya.
En definitiva, mi felicidad
está en la Tierra ,
con los míos, con la gente que me ha apoyado, animado, cuidado, regañado…Pero,
sobre todo, mi felicidad es aquello que yo siento y amo porque mi felicidad la
defino únicamente yo.
Quizás no sea felicidad, no
lo sé aunque para mí ahora mismo lo es, pero sé que es lo que me hace sentir
bien…tan bien como me hiciste tú sentir en su día cuando creía que eras
diferente.
Pero, repito, no quiero
buscar culpables ni víctimas. Ni héroes ni villanos.
No voy a buscar excusas, yo
no las necesito y tú no las quieres escuchar porque tú sólo escuchas aquello
que en cada momento te conviene oír. Y sí, suena a reproche porque,
posiblemente lo sea y sea lo único que tenga que reprocharte: tú
vulnerabilidad(o tal vez que te dejas influir demasiado) y el quedarte
únicamente con lo que, en un momento dado, alguien te hace creer que es lo
mejor para ti sin darte cuenta que, lo mejor para ti es lo que ya debería haber
madurado dentro de ti y eso es lo que deberías compartir con el mundo sin tener
en cuenta nada ni mucho menos nadie más.
Sin embargo, conforme voy
escribiendo esta carta, que nunca llegará a tus manos porque sé que para ti
todo lo que yo tenga que decir no vale nada…igual que no vale nada ninguna
opinión que no sea la misma que la tuya (y sí, esto también es un reproche de
algo que he ido observando con los dias pero que hasta ahora no quería ver) me
he dado cuenta de que estoy tan desilusionado como enfadado y que lo segundo se
pasa pero lo primero, cuando ha sido machacado tantas veces y de tantas formas,
es muy difícil de arreglar porque igual que cuando se rompe un vaso en mil
pedazos es imposible de reconstruir, cuando juegas demasiado tiempo con la
ilusión de alguien (y esto no es un reproche a ti, si no a mi mismo por haberme
dejado llevar por la ilusión de que, en algún momento, algunas cosas cambiarían
y tú verías la realidad) y la vas mutilando cada vez un poco más, acaba por
romperse y es imposible recomponerla.
Dicho esto, solo quiero decir
que seguiré en silencio y en la distancia. Escuchando lo que quiera oír y
callando sólo aquello que dañe a esas personas, esas amigas con las que he
compartido tantas risas y tantos recuerdos, quienes me han ayudado a ser quién
soy y que me aceptan tal y como soy, pero se han acabado los sacrificios, las
tonterías y el tapar el sol con un dedo. Este dedo ya se ha quemado demasiadas
veces como para seguir intentándolo.
Los dos hemos llegado a
etapas distintas de nuestras vidas en las que los dos necesitamos y buscamos
cosas distintas. Yo quiero seguir creciendo y para ello necesito ser fiel a mí
mismo, necesito seguir aprendiendo de todo lo que me rodea pero siempre sin
olvidar quien soy y quien quiero llegar a ser por mi misma y por todos los que
me quieren bien.
Me gustaría poder decir que
es lo que buscas, necesitas o quieres tú pero no soy quién porque creo que ni
tú misma sabes qué es....o quizás es que has buscado tanto y tan distinto que
te has perdido. Pero repito, no quiero ni debo juzgarte, ese no es mi papel en
este teatro en el que meramente soy un espectador que, hasta ahora, podía
expresarse pero no opinar.
Aquí se separa ese camino que
una vez recorrimos juntos porque creímos en algo juntos que nunca llegó y que,
tal vez por eso, es mejor caminar por separado.
A partir de ahora cada uno
que juegue las cartas que le ha dado la vida como mejor le convenga, sepa o
pueda y, si al final de la partida, encontramos la jugada maestra, esa que tu
llamas “felicidad” y crees haber encontrado ya, todo nos habrá servido de
aprendizaje y habrá valido la pena.
Gracias por formar parte de
los recuerdos de una etapa de mi vida y, sobre todo, por haberme unido a
personas con las que recorrer el camino de la vida siendo FELIZ A MI MANERA.
Domingo M.C.