Antes de rendirnos fuimos
eternos... y ahora ya me ves: escribiéndote otra estúpida carta de amor.
No sé muy bien cómo empezar a
terminar esta historia que ya no es... precisamente de amor. Nunca creí que iba
a llegar este día, aunque llevo meses dándole vueltas al asunto con el temor de
dar este paso, el definitivo. No me siento fuerte, ni seguro. Es más, cada vez
que ensayo lo que quiero decirte me salen reproches que ya no tienen ningún
sentido, porque, a estas alturas, ya está todo dicho y no deseo despedirme con
un sabor amargo, sino todo lo contrario: agradeciéndote estos últimos días .
Cómo ha pasado el tiempo,
¿verdad? y cómo hemos cambiado... no en la esencia, pero sí en las
circunstancias y en la forma de querernos y de necesitarnos. Tú ya me
entiendes, ¿para qué darle más vueltas, si esto ya no tiene arreglo?
Y sigues insistiendo en que
no quieres darme una oportunidad. En cambio, tus actos no se corresponden con
tus palabras. Mírame a los ojos y dime, ¿por qué parezco yo el malo de esta
película en la que me siento abandonado?
¿Ves? De nuevo se me desbocan
los reproches que detesto, porque imaginé esta historia con fecha de caducidad
desde el principio, pero pensando que el final sería de esos de película. Un
final sellado con un beso con el ocaso de un otoño maravilloso de fondo y
jurándonos aquello de "nunca te olvidaré, porque has sido el amor de mi
vida".
De ese deseo a la realidad
sólo encuentro una semejanza: el otoño que ahora tenemos, que de un tiempo a
esta parte se ha vuelto un tanto invernal; y no me refiero a que hayan bajado
tanto las temperaturas desde que rompimos, que también, sino a que de repente
el frío se ha instalado entre nosotros, un frío que comenzó el verano pasado...
Sé que te echaré de menos,
pero intentaré olvidarte por todos los medios. Me envolveré en una rutina de
horarios que no me deje tiempo libre para pensar en ti. Te lo prometo. Tú lo
tienes más fácil, porque ya me has olvidado; estoy seguro de eso. Haces tu vida
como si yo nunca hubiera rozado tu piel, como si no hubiera existido lo
nuestro. Y actúas de modo tan real, que empiezas a hacerme dudar de ello. No me
importa. Sé que lo nuestro existió. Que hubo un tiempo en el que tú y yo éramos
"nosotros" y no dos desconocidos como ahora. Pero qué más da, si lo
que deseas es eso...
Y como dice la canción...¿y
todavía dudas de quién dejó a quién? No, no fui yo...
Domingo M.C.
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