Carta a mi soledad
Hoy estás conmigo hace tiempo
ya, no me haces mal y tampoco me haces bien. Me das paz y no me das felicidad,
por eso quiero despedirme de ti y para siempre, el problema es ¿Cómo?. Para
alejarme de ti necesito de alguien más que ocupe ese lugar vacío que nunca
llenaste, y no conozco a nadie.
Te aprovechas de mis
desdichas hundiéndome en los mas ácidos de mis recuerdos, recuerdos agrios y
sin sabores que quiero dejar en el olvido pero cuando estoy contigo, basta una
palabra tuya para echarme en la cama soñoliento y meditabundo. Te aprovechas de
la tristeza que siento a no tener a alguien en quien confiar, a quien amar para
compartir todos mis días.
No me hace bien tu compañía,
al principio te acercaste a mi prometiéndome paz, meditación y sosiego, pero te
has vuelto mala y perversa. Me has entregado a muchos vicios que antes no
tenía, el alcohol y el cigarrillo, y otros vicios más como el odio que siento
por ti y por mí mismo. Eres muy mala consejera, hiciste que odie la compañía de
personas que en verdad me querían, me estimaban, me alejaste hasta de mi
familia. Yo tonto que busqué tus sabias palabras pensando arreglar mi baja
autoestima, ahora me doy cuenta que solo sembraste en mi más tristeza de la que
tenía cuando el amar me hacía daño.
Te creí mi mejor amiga, y no,
eres una egoísta completa, egocéntrica, acomplejada, todos tus defectos pretendes que sean míos.
Tú nunca fuiste amiga de nadie, te alimentas de la tristeza y la desgracia de
los demás para sentirte plena.
Hay soledad que te tengo como
compañera en contra de mi voluntad, quiero despedirte, denunciar tus daños pero
no tengo ante quien, no sé como romper tu contrato oscuro y amargo. La única
forma de escapar de tus dominios es que alguien me rescate con su ternura,
cariño y amor.
Vives en mi casa, comes en mi
mesa, estás en mi cuarto y duermes en mi cama, con la diferencia que no te
quiero más en mi vida ni en mi pesadilla. Me hago viejo al lado tuyo, estoy
perdiendo mi juventud contigo, mis mejores días y meses me los estas quitando,
y no deseo perder mi futuro. Quiero vivir, quiero sentir, quiero amar y no me
importa si vuelvo a caer porque puedo volverme a levantar, porque contigo
siempre estoy caído. Ahora, no perderé más oportunidades, abriré mi corazón al
mundo y a la persona que me quiera, me iré con ella.
Domingo M.C.
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