Me encuentro
sentado observando la noche llegar con tu rostro pegado en el alma, con tu
nombre pegado en el corazón haciendo
preguntas en mi mente escudriñando mi alma, mi corazón mirando al infinito, la luna, las estrellas.
Me encuentro
observando mi estrella y su brillo especial, pensando y meditando que sería de
mí si no te hubiera conocido, quizás no tendría vida, o quizás sería una vida
sin sentimientos, vacía y sin corazón.
Solo sé que
llegaste a mi vida como un rayo de luz con esa hermosa y tierna mirada que tienes tú, esa hermosa
sonrisa que te hace resplandecer, mas tu hermoso rostro me hace enloquecer.
Querer definir mi amor por ti es como pretender contar todas las estrellas,
aunque podría intentarlo. Tal vez amor sea la sonrisa que tenías la primera
mañana, quizás el amor sea eso que viene después de que tomé tu mano y vimos el
atardecer paseando y sentí que la dicha era tan grande que mi cuerpo no podía
contenerla. Quizás el amor puede ser eso que nos mantiene en esta tierra,
procurando mantenernos con vida a sabiendas de que existe algo más grande que
nosotros.
De algo si
estoy seguro: el amor es hermano de la esperanza, porque desde que llegaste a
mi vida tengo la maravillosa certeza de que hay siempre un mañana y que ese
mañana es una oportunidad para volver a intentarlo. Sin importar qué tan
difícil sean las circunstancias, sé que puedo lograrlo. Creo firmemente que
siempre y cuando estés a mi lado no existen obstáculos insuperables. El amor o
la esperanza o sencillamente la cálida sensación de seguridad que emana de tus
brazos, esa deliciosa cárcel de la que no deseo escapar.
Me quedo sin
palabras cuando trato de definir esto que siento, pues creo que algo tan grande
e inconmensurable sólo puede ser vivido. Así que decido abrirte de par en par
las puertas de mi corazón, te dejo instalarte en cada uno de mis sueños;
incluso en los rincones más ocultos, donde te esperaré para seguir construyendo
este futuro que imaginamos juntos. Ahora habitas en mi y eres parte de mi día a
día, la principal razón para sonreír, para seguir viviendo y hacerlo de un
mejor modo; porque si hay algo que tengo que agradecerte es que tú no me haces
querer ser otra persona, sino que ahora quiero ser yo mismo sólo que mucho
mejor.
Espero que
este sentimiento siga creciendo con el tiempo, que se transforme, que nos
renueve cada día de ahora en adelante y que siga siendo la razón para
agradecerle a Dios el haberte puesto en mi camino, mi dulce amor, mi compañera
de vida.
Te quiero
preciosa
Domingo
Martin C.
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