Te escribo
en esta carta lo que quiero decirte desde hace tiempo. Quiero decírtelo pero no
puedo hacerlo frente a frente por que no nos vemos, y también porque me enredaría
en tu mirada, me distraería con tus labios y me envolvería en tu sonrisa. Y entonces se me olvida
decírtelo.
Pero quiero
hacerlo porque debes saberlo. Debes saber que soy tan feliz contigo porque me
haces reír, porque me haces temblar, porque me haces soñar. Soy tan feliz
contigo porque cada día noto tu respeto, tu aceptación de mis manías y de mis
pasiones y porque no intentas cambiarme.
Soy tan feliz
contigo porque a tu lado siento, por fin, que formo parte del mundo, por tu
forma de minimizar los problemas, por la complicidad que hemos creado y porque
contigo ha empezado a cobrar sentido el “para siempre”. Pero sobre todo soy tan
feliz en tu abrazo.
Y sabes que
no soy la mejor expresando mis sentimientos, así que voy a intentar decírtelo
de la única forma que sé. Sin licencias poéticas, sin metáforas y sin versos
con rima, así, cruda y brutalmente te quiero. Y así es como tengo que
decírtelo. Eres la mujer de mi vida. Y podría escribirlo en mayúsculas porque
tengo la certeza de que es así.
Por tu forma
de colorear mi vida, por la energía que me das, por las risas compartidas y por
los secretos desvelados, por todo eso eres especial. Y por todo eso y por más
te admiro, porque eres grande y generosa y porque me has enseñado a amar. No es
sólo amor, también te adoro.
Por siempre,
amor.Domingo M.C.
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