Cuando te
nombro, mi dulce amor... se me abren las puertas del paraíso, y de sólo
pensarte me pongo a soñar con tus caricias. Tus palabras que siempre se quedan
en mí, no quiero otro amor que no sea el tuyo, no quiero otro nombre que decir
más que el que yo nombro esas noches de luna eterna, porque no estás aquí, y
doy vueltas, pensando que solo me encuentro cuando a mi lado no estás.
Pasan las
horas, y los días... ya llegará el tiempo en el que te pueda abrazar y decir lo
mucho que extrañé tu presencia y lo mucho que me haces falta.
No quiero
que las distancias sean un obstáculo para este amor, porque nos prometimos que
siempre estaremos juntos.
Juntos para
amarnos...
Juntos
cuando nuestras mentes no razonen como hoy...
Juntos
cuando nadie más lo esté, cuando parezca que todo se haya ido de nuestras
vidas...
Allí
estaremos tu y yo... juntos.
Cuando
lleguemos a viejos y la vida nos diga que ya debemos estar juntos el uno con el
otro para cuidarnos de los crueles inviernos que pasaremos, nos miraremos a los
ojos ,mis ojos serán lo que tus ojos verán. Cuando el otoño de nuestras vidas
nos diga que ya estamos viejos el amor que sentimos desde hace tiempo perdurará
por siempre, y nuestro amor será eterno, porque Dios estará en medio nuestro.
—Aun cuando
nadie esté, yo estaré para ti y tú para mí—
Mi dulce
amor, cuando te nombro en verdad veo el paraíso en tus calmados ojos, llenos de
amor y del tiempo que sigue su curso, sin que podamos pararlo...
Me gusta
saber que eres mi principio.
Me gusta
saber que seré tu final...
Y cuando en
nuestro rostro aparezcan los pliegues de la vejez, seré feliz, pues aun así,
siempre te amaré...
Siempre me
amarás...
(Ya llegará
ese día que tanto esperamos)
Domingo M.C.
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